Don Ángel Eduardo Rodera San Frutos (Segovia, 1910-Madrid, 1995) fue un hombre de curiosidad innata y coleccionista de los objetos más variopintos, desde un casco de coracero hasta un Beruete, pasando por frascos llenos de objetos cotidianos, como semillas o botones.
No era un coleccionista al uso, y ese era su mayor atractivo, ya que se trataba de un hombre al que movían consideraciones más allá de las meramente estéticas; por ejemplo, una de sus prioridades fue comprar cuantas pinturas de Segovia le salían al paso, al margen de su calidad.
El gran amor que profesó a su esposa, doña Rafaela Robles Cezar, le hizo concebir la idea de crear una fundación que, uniendo los nombres de ambos, se estableciese en Segovia, la ciudad a la que tanto querían. Así nació la Fundación Cultural Rodera- Robles.
Una de las primeras decisiones de la Fundación fue la creación de un museo en Segovia, en el que se mostrasen las obras de arte y colecciones que el matrimonio Rodera Robles reunió a lo largo de su vida. Así, se adquirió la llamada Casa del Hidalgo, notable edificio segoviano declarado Monumento Nacional en 1955.